Lo simbólico, lo material y lo honorable

Esto es: , ,

Foto: Jorge Ariza (8300web)
"Lo simbólico hace a lo material", dijo el diputado Luis Sapag (MPN) en relación a su propuesta para quitar el término de "honorable" a la Legislatura de la provincia de Neuquén.

Está perfecto. El de “honorable” es un adjetivo que describe, según la RAE, a aquello “digno de ser honrado o acatado”. Es un término anacrónico que posiciona al cargo de diputado en un nivel por encima del resto de la ciudadanía, la "no honorable", común o no digna de ser acatada de la misma manera. (¿Hace falta dar algún ejemplo?)

Sin embargo, si quisiéramos profundizar en ese debate bien podríamos hablar del edificio de la propia  (y próximamente no honorable) Legislatura. Esa obra de 48 millones de pesos posicionada -literalmente- por encima de todo, alejada de los barrios, del ruido del tránsito y de las manifestaciones. Un micromundo de mármol, alfombras, despachos con vista al río y ambientes lo suficientemente amplios para recorrerlos, por lo menos, en bicicleta.

¿Cuántos escalones hay que trepar para ingresar al salón principal? ¿Cuántos guardias de seguridad hay que sortear? ¿Cuántas veces tenemos que identificarnos y a quiénes pedir permiso para golpear la puerta del despacho de un diputado o una diputada?

No importa. El proyecto del diputado Sapag tuvo dictamen en comisión y seguramente será respaldado por sus pares en la próxima sesión legislativa. Y se aplaudirá desde el recinto a donde casi no ingresa público, pero que puede verse desde internet.

"Dime dónde te ubicas y te diré quién eres: La Legislatura neuquina (o la infamia hecha edificio)", tituló un compañero hace ya varios años a una monografía. 

Un leve recordatorio de que lo material también hace a lo simbólico.



¿Quiere usted ser senador?

Esto es: ,

No se olvide de pegar muchos carteles
Roberto Arlt recomendaba, allá por la década del 30, en su aguafuerte "¿Quiere usted ser diputado?", que los candidatos exclamaran por todas partes:

- Soy un ladrón. He robado... he robado todo lo que he podido y siempre.

Consideraba el autor que era conveniente eso antes que hablar en favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta, la fidelidad a la Constitución, de defensa del obrero, del empleado y del niño.

No recomendaremos aquí lo mismo para no plagiar a un ícono de la literatura y el periodismo argentino, y porque, además, en las últimas ocho décadas parece que nadie se animó a seguir tal consejo.

Pero sí traemos una serie de pautas que, a juzgar por lo que hemos venido presenciando este año, le ayudarán a ganar una banca en el Congreso o, al menos, presentar una digna contienda.

Prepare un slogan con la palabra Neuquén o su variante, neuquino (ésta genera mayor identificación). Casi cualquier verbo o sustantivo que lo acompañe puede servir.

Sonría. Trate de incorporar, si usted no ha sido beneficiado con los estándares socialmente aceptados de belleza, un compañero o compañera de formula que sí. Si piensa que no es lo suficientemente conocido o conocida, incorpore a su campaña un referente de su signo político con mayor visibilidad (no es necesario que se candidatee a nada).

Evite hacer propuestas, debatir, o dar detalles de su plataforma electoral. La mejor publicidad es la que vende el producto con la sola marca, que en este caso será su nombre o partido. 

Asegúrese de enviar, por lo menos, dos gacetillas de prensa al día. No importa si no tiene nada nuevo que agregar, cualquier frase dicha por usted o su compañero o compañera de fórmula sirve para titular un correo electrónico.

Incluya en sus discursos palabras movilizantes como "fuerza" , "historia", "destino", "coraje" y añádale un tono de voz vehemente y firme. Agregue papelitos. 

Por último el día de las elecciones vaya a votar con alegría y responda las preguntas de la prensa (esto es muy importante porque necesitamos tener algo que decir hasta la hora del recuento). Puede añadir alguna denuncia sobre robo de boletas, pero es opcional.

Elija un lugar donde esperar los resultados que, necesariamente, deberá contar con un grueso número de militantes para acompañar el veredicto. 

Buena suerte y nos vemos el domingo.


Comunicación fática

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Escribir porque los dedos son ágiles y para que las ideas no dejen de serlo. Porque es imperioso, aunque no haya nada para decir.

Escribir como se habla en la fila del supermercado, en la sala de espera del médico, bajo una garita hasta que pasa el colectivo. Escribir el "cómo andás" para recibir el "todo bien".

Escribir porque existe la comunicación fática, eso que decía Daniel Bougnoux en el primer texto que leí en la facultad y que subrayé primero con lápiz y después con resaltador verde.

Escribir para mantener el canal abierto, para establecer contacto. Escribir un blog a pesar de Pablo Feinmann. Escribir porque es gratis, y a pesar de ello.

Escribir porque los dedos todavía son ágiles, pero las ideas pueden dejar de serlo.

Escribir porque es necesario. 

Porque la angustia tiene forma de página en blanco.




Sobre enero

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El sol de enero


Enero y su ola de calor. Enero, el mes de la ropa pegada al cuerpo, de la nuca transpirada, del pelo que molesta, de buscar sombra sin suerte en una ciudad deforestada.

Qué entretenido observar la cara de la gente cuando sube al colectivo. Una cara como suplicante, entre una sonrisita de "por fin llegaste" y una insoportable opresión. Del calor de enero.

Tres pasitos hasta apoyar la tarjeta se hacen mucho y cuestan. Mientras el de abajo ruega, sin decirlo, que se apure, que afuera está el infierno.

Así van subiendo las caras suplicantes-sonrisitas-opresión que buscan lugar para sentarse (si hay) del lado que dé la sombra. Y que no dudarán en volver a cambiar (si pueden) en caso de que al sol se le ocurra cambiar.

La cara de la gente que sube al colectivo, piensa y escribe la que tiene cara, subió hace dos paradas con una botella de agua semivacía y caliente al colectivo, y que (está casi segura) también es gente.

La cara de nosotros y nosotras en enero. Las conversaciones de enero. La plancha de enero. Las vacaciones de enero. Los que se quedan en enero. Las birras de enero. La ola de calor de enero. Las noticias de enero.

La tapa de los diarios con la gente en el río. La tapa de los diarios con la gente en Las Grutas. La tapa de los diarios con la gente en cualquier playa.

Los consejos de los médicos para evitar los golpes de calor. Las notas sobre los consejos de los médicos para evitar los golpes de calor. La apertura del noticiero con el tema de Calamaro. La actualización de la radio con la temperatura de enero.

El vacío de enero. Las licencias de los funcionarios en enero. El río en enero. El silencio de los redoblantes en enero. Lo previsible de enero.

Las noticias de enero, piensa y escribe -ya bajo el colectivo, con otra cara y el ventilador andando- un posteo para su blog sobre enero. Para no ser menos.


Elegir el Nunca Más

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"Todo en concurso real", dice el juez y toma un sorbo de agua. Va a ser uno de varios más. Como si la injusticia fuera un trago difícil de pasar, o de leer.

Lo es.

- Viste, y nos decían locos por putear contra el tribunal en el juicio. Ahora ven...

En el salón verde de AMUC se quedó el "Nunca Más" atragantado en las tripas. Porque ocho meses de debate oral y público para juzgar a los responsables de crímenes de lesa humanidad en Neuquén y Río Negro terminaron con ocho absoluciones y trece imputados con penas menores. Con un llanto desconsolado. Con una defensora sonriendo de costado. Con insultos de víctimas a grito pelado. Con miradas cansadas. Con cuatro huevazos en la puerta del tribunal.

"Esta es una justicia de clase", dijo Lolín y qué dudas quedan. Si los "caballeros" cumplirán condenas en sus casas, y otro puñado quedará libre.

Un defensor se levanta en medio del veredicto y sale a hablar por teléfono. Una casi podría imaginarse el llamado: "zafaste, viejo". Si después hasta se confesó contento "como perro con dos colas" por la absolución de su representado.

Aquí el Tribunal Oral Federal integrado por Orlando Coscia, Eugenio Krom y Mariano Lozano dio su veredicto, que podría traducirse así: que no hubo un plan sistemático, que no hubo genocidio, que hubo testigos que podrían no haber dicho la verdad y por ello deben ser investigados por falso testimonio, y que los policías de Río Negro no tuvieron nada o casi nada que ver con el terrorismo de Estado. Sus condenas fueron por asociación ilícita, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos, en algunos casos agravada por ser el resultado "la muerte de la persona". Ni más ni menos.

¿Y ahora?

Y ahora.

Lo mismo. Marchar otra vez, repetir las consignas, sostener la mirada, levantar el mentón. Ese que no pudo sostener el presidente del cuerpo, entre sorbo y sorbo, mientras leía casi con desinterés -o incomodidad- aquel fallo histórico.

"No importa si es un año, cinco, diez o cincuenta", dijo Oscar Ragni y algunas y algunos no estamos tan convencidos. Pero decretar el fracaso del juicio sería pisotear el esfuerzo de los testigos, la reconstrucción de la memoria. Sería pensar que la única verdad es la verdad jurídica y sabemos que no. Aquí la verdad es histórica y la cuentan quienes la sobrevivieron.

Al menos, aquella en que elegimos creer.


+ sobre el juicio Escuelita II