24
mar
2011
Esto es: General Roca , inseguridad , instantáneas
Los detuvieron por portación de cara. Así, sencillito. No tienen documentos y no son de acá. Punto. Adentro.
Una mañana de lunes cualquiera a un comerciante se le ocurre que dos sujetos transitando en moto la calle Tucumán se ven "sospechosos". Claro que sí. Su moto es vieja, su cutis oscuro, su mirada esquiva, su ropa de unas cuantas temporadas atrás. Cómo no se van a ver sospechosos si hasta uno lleva el pelo largo, recogido sin ganas en una cola. ¡Atención, oficial! Marque 101.
Los oficiales de la Tercera llegan rápido. Los sospechosos no ofrecen resistencia. Son dos hombres jóvenes que parecen no entender muy bien la situación. La requisa se convierte en espectáculo para los transeúntes, para las Doñas Rosas, para los periodistas que esperan ansiosos llenar el hueco que una jornada tranquila dejó en la sección Policiales.
- ¿Qué pasó?
- Una averiguación de antecedentes
- ¿Por qué?
- Los vieron sospechosos
- ...
- Un comerciante los vio sospechosos y llamó al 101. No tienen documentos y no son de acá.
- ¿Y ellos qué dijeron, de dónde son?
- Que son tucumanos, que vienen temporariamente. Eso se va a averiguar después
Los oficiales terminan su trámite. A esta altura ya se sumó la camioneta del Municipio que se lleva secuestrada la moto, que tampoco tenía documento. El uniformado saca pecho y se dirige a los sospechosos:
- Nos van a tener que acompañar
Adentro. Los hombres suben a la camioneta que los trasladará a la comisaría que tenga lugar. El espectáculo se va disipando, aunque todavía quedan algunos curiosos. Y queda una Doña Rosa.
- ¿Qué pasó, oficial?
- No tienen documentos y no son de acá. Así que los llevamos a la comisaría.
- Me parece muy bien...
Doña Rosa es contundente. Se aleja llena de orgullo por las calles de la ciudad de nombre genocida. Se siente tranquila y feliz con su policía arbitraria y sus vecinos discriminatorios velando por su seguridad. Porque sabe que ese argumento no es igual para cualquiera. Sabe que si acaso un hijo, una nieta, demorara en hacer el trámite o perdiera su identificación nadie lo detendría en la calle, nadie lo tomaría por sospechoso. Claro que no. Hace falta más que olvidar un papel en casa para caber en el estigma de una sociedad cuasi fascista.
Una mañana de lunes cualquiera a un comerciante se le ocurre que dos sujetos transitando en moto la calle Tucumán se ven "sospechosos". Claro que sí. Su moto es vieja, su cutis oscuro, su mirada esquiva, su ropa de unas cuantas temporadas atrás. Cómo no se van a ver sospechosos si hasta uno lleva el pelo largo, recogido sin ganas en una cola. ¡Atención, oficial! Marque 101.
Los oficiales de la Tercera llegan rápido. Los sospechosos no ofrecen resistencia. Son dos hombres jóvenes que parecen no entender muy bien la situación. La requisa se convierte en espectáculo para los transeúntes, para las Doñas Rosas, para los periodistas que esperan ansiosos llenar el hueco que una jornada tranquila dejó en la sección Policiales.
- ¿Qué pasó?
- Una averiguación de antecedentes
- ¿Por qué?
- Los vieron sospechosos
- ...
- Un comerciante los vio sospechosos y llamó al 101. No tienen documentos y no son de acá.
- ¿Y ellos qué dijeron, de dónde son?
- Que son tucumanos, que vienen temporariamente. Eso se va a averiguar después
Los oficiales terminan su trámite. A esta altura ya se sumó la camioneta del Municipio que se lleva secuestrada la moto, que tampoco tenía documento. El uniformado saca pecho y se dirige a los sospechosos:
- Nos van a tener que acompañar
Adentro. Los hombres suben a la camioneta que los trasladará a la comisaría que tenga lugar. El espectáculo se va disipando, aunque todavía quedan algunos curiosos. Y queda una Doña Rosa.
- ¿Qué pasó, oficial?
- No tienen documentos y no son de acá. Así que los llevamos a la comisaría.
- Me parece muy bien...
Doña Rosa es contundente. Se aleja llena de orgullo por las calles de la ciudad de nombre genocida. Se siente tranquila y feliz con su policía arbitraria y sus vecinos discriminatorios velando por su seguridad. Porque sabe que ese argumento no es igual para cualquiera. Sabe que si acaso un hijo, una nieta, demorara en hacer el trámite o perdiera su identificación nadie lo detendría en la calle, nadie lo tomaría por sospechoso. Claro que no. Hace falta más que olvidar un papel en casa para caber en el estigma de una sociedad cuasi fascista.