18
abr
2011
Esto es: General Roca , instantáneas , lo que pienso , Neuquén
...y la multitud que mira toda apretada
como corderos colgados
y yo pienso que si vamos a rebelarnos
¿Ahora?
Matemos al chofer
y a los milicos
que viajan sin pagar y ocupan los asientos
matemos al chofer
Y después vayamos por el dueño de la empresa
y colguémoslo también
como a Mussolini , ¡pero de las bolas!
Fragmento del poema Cómo te quiero Ko Ko,
de Héctor Kalamicoy
Cuánta razón, Héctor. Cuánta razón cuando mirás para atrás y no hay nada. Los asientos ocupados. Y las miradas desconcertadas que piensan "¿pero no era que en la Terminal te venden hasta que se agotan los asientos?". Parece que hoy no. Cuánta razón, Hector, y miramos para el frente, buscamos al chofer y no hacemos nada.
¿Cuándo vamos a rebelarnos? No será esta noche, para qué hacer quilombo. Si seguro que en la próxima parada se bajan un par y podemos sentarnos.
Cuánta razón tenías, Héctor, porque se subieron tres más. Y no se bajó nadie. Y los adolescentes sentados, con sus celulares escuchando música, reproduciendo videos y la señora con las bolsas repletas de pie, haciendo contorsiones en el pasillo estrecho, buscando sitio donde agarrarse.
Cuánta razón, pensará la chica que desde el fondo del pasillo se abre paso a duras penas entre la gente, nerviosa, porque el colectivo está por arrancar de nuevo y va a perder su parada. Su valija golpea, se traba en los asientos, el pasillo aún no termina.
Cuánta razón, Héctor, porque el aire cada vez está más viciado, ya se mezclan los perfumes corporales, los ácaros amontonados en los asientos. Y pensás, cuánta razón, esta es la última vez. La próxima nos rebelamos.
Esa próxima que no llegará. Porque estás a pocos kilómetros de arribar a destino y se desocupó un asiento. Y no importa si el de al lado te ocupa la mitad, si vas enrollado como bicho bolita, si igual no tenés cinturón. Sentís que ese asiento te devuelve la dignidad que perdiste en dos tercios del viaje. Y te olvidás.
Cuánta razón tenés Héctor. Tanta razón que seguro este post podría abarcar más caracteres. Pero se hace tarde y tengo un colectivo que tomar. Debo darme prisa, no vaya a ser cosa que llegue sobre la hora y después tenga que viajar parada.
Cuánta razón, Héctor, porque el aire cada vez está más viciado, ya se mezclan los perfumes corporales, los ácaros amontonados en los asientos. Y pensás, cuánta razón, esta es la última vez. La próxima nos rebelamos.
Esa próxima que no llegará. Porque estás a pocos kilómetros de arribar a destino y se desocupó un asiento. Y no importa si el de al lado te ocupa la mitad, si vas enrollado como bicho bolita, si igual no tenés cinturón. Sentís que ese asiento te devuelve la dignidad que perdiste en dos tercios del viaje. Y te olvidás.
Cuánta razón tenés Héctor. Tanta razón que seguro este post podría abarcar más caracteres. Pero se hace tarde y tengo un colectivo que tomar. Debo darme prisa, no vaya a ser cosa que llegue sobre la hora y después tenga que viajar parada.