La ciudad ilustrada

Esto es: ,


No ensucian. No es como caminar sobre papeles y residuos derramados por la calle. No “afean” la vista. Molestan, eso sí. A quien le gusta vivir deliberadamente ignorante, le molestan. Porque gritan y, si se está lo suficientemente atento o atenta, se escucha. Pero quien gusta de abrir los ojos, de ver materializado en una pared un acto comunicativo y cultural, los disfruta.

Así son los graffitis. Nacen de una conciencia intranquila con la quietud ante lo injusto, o la invisibilización de lo importante. Son marcas grabadas en la ciudad. Grabadas a flor de piel con la tinta urgente de un aerosol. Tatuajes, dice una catedrática por ahí. Y ahí, en esas marcas está la historia

Rompen el silencio de la calle hablando de política, cuestionando el Estado, exigiendo justicia, reivindicando géneros o simplemente, desplegando ingenio. También hay historias que hablan de amor, odios o de puro narcisismo. Esas -creo yo- son las prescindibles. Las importantes son las que te hacen enojar, pensar, o hasta te sacan una sonrisa. Y dicen esas cosas que no pueden quedar atragantadas.

Desde aquí sólo recomiendo –si es que acepta un consejo de esta humilde escritora– que los escuches. Escuchá lo que tengan para decir. Tomate un tiempo para detenerte cuando pases junto a un graffiti en la calle. Optá por despegar los ojos cuando vayas cabeceando en un viaje largo de colectivo urbano. Vas a ver que hasta se hace más corto.

Aunque quizás sería mejor si cada uno de nosotros y nosotras tomáramos coraje y nos animáramos a contar nuestras propias historias. Así como a diario gritamos a todos y a nadie en el timeline de Twitter o el muro de Facebook, pero en una pared real. Después de todo, ¿quién dice que las ciudades nacieron para ser lienzos inmaculados? La calle es nuestra. Adelante.

Comments (3)

Que alegre me pone leer éstas líneas suyas señorita! Porque lo que usted está haciendo, de manera muy poética, es llamar a la revolución! Y no en toda revolución intervienen armas, ni embates sangrientos, ni gritos de cólera. No, no, las hay de todos los tipos. Y en este pequeño pero importantisimo acto revolucionario, usted está llamando a que no callemos. Pero a su vez, que no callemos algo que es colectivo. Porque, queramos o no, un graffiti es colectivo. Si o si, si lo inmortalizamos (efímeramente, hasta q otr@ lo tape)en una pared, es para que lo lea "el mundo". Entonces "eso" que tenemos que decir, es al mundo. Así mismo, debemos agregar el hecho de que todo lo realizado "artesanalmente" lleva un poquito de nuestra alma. Y he ahí su revolución. En un mundo donde colectivo significa "omnibus" o "facebook", espacios donde nos miramos pero no nos VEMOS, sentimos. Un acto colectivo se transforma en revolucionario. Sobre todo, porque surge desde abajo.
Como siempre un placer leerla.
Anonim@

Compas de Fuck You! el placer de leer sus comentarios es todo mío! Será cuestión de organizar una graffiteada colectiva? Estaremos infringiendo alguna ley por hacerlo?

En ese caso este comentario se autodestruirá en 3, 2, 1...

¡ Andrea!

Te escribe Mario Galdeano. Muchas gracias por dejar unas líneas y permitirme que pudiese observar tu trabajo. Me encantó tu blog, el título: Sillas en la vereda, y el elegido (y acertado) para la nota de los esténciles: La ciudad ilustrada. Coincido contigo sobre la potencia de esta forma de comunicación, llena de información y de arte. Como habrás visto escribo bastante sobre las grafías en la vía pública. Gracias por comunicarte.

Te mando saludos

Juan Mario Galdeano

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