Bailando por un decreto

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El "ya" son los padres. No me lo creo más. La inmediatez prometida con tan simple monosílabo, como el Papá Noel que baja todas las navidades por la chimenea, es un invento. No existe.

Y si alguien piensa lo contrario que pruebe hacer un llamado a la oficina de Leyes y Decretos de Neuquén. Y que después cuente cómo le fue.

Leyes y Decretos es un brazo más del Estado provincial cuya función es facilitar el acceso a -justamente- leyes y decretos de la provincia. Es, según lo definieron sus empleados, la "última partecita" de las normas: el famoso archívese.

El procedimiento para acceder a tales documentos es -debiera ser- sencillo. Se llama al número de teléfono de la oficina, se indica la norma buscada y se deja un correo electrónico a donde Leyes y Decretos enviará el pedido, de manera casi instantánea.

Bueno, eso en teoría. Porque las frases "ya te los envío", "en un ratito los mando", "los estoy enviando" son repetidas al hartazgo por el personal, hasta que pierden sentido. Hasta que el usuario habitué y la persona detrás del teléfono oficial establecen una especie de complicidad tácita: uno sabe que está mintiendo, el otro sabe que le están mintiendo, pero no confronta. Corta amablemente el teléfono y espera.

Al principio, para todo novato suele ser fácil. El problema comienza cuando uno se hace llamador o llamadora frecuente. De esos a quienes los empleados reconocen el correo electrónico y, por ende, cansados de tantos pedidos, se animan a preguntar: ¿Y vos de qué Ministerio sos? ¿De dónde llamás? Como si falta hiciera justificar por qué uno quiere leer el decreto que indica cuánto dinero paga el Consejo Provincial de Educación para alquilar un edificio que apenas usa. O por qué declara de interés provincial el concierto de Raúl Di Blasio o, si vamos más lejos, cómo se gestó, aprobó y cuánto costó el Plan de Seguridad de Sobisch.

Y así queda uno actualizando tres veces por minuto la bandeja de entrada sin suerte. Esperando el milagro que dija "un mensaje nuevo". Uno o los que sean. Todos los que decidamos pedir.

El acceso a la información pública es un derecho constitucional y una de las mayores deudas del Estado neuquino. La hegemonía unipartidaria que la gobierna casi desde su nacimiento supo hacer de la provincia una fortaleza de secretos y arbitrariedades abierta sólo para unos pocos.

La insistencia, la búsqueda y la paciencia son vitales y necesarias para que ciudadanos y ciudadanas hagamos respetar nuestro derecho. Mal que le pese a quienes estén del otro lado, no hay otra opción que seguir llamando, pidiendo, molestando y recordándoles que esos papeles que hoy les tocó tener son tan de ellos como tuyos y míos. Y que si los pedimos ahora es porque los queremos ahora y no mañana, pasado o "en un ratito" que, sabemos, significa que no llegará nunca.

Si querés probá: 
Leyes y Decretos +54 (0299) 4495120

+ info
Por favor, ¿me pide un decreto?, por Guillermo Berto


Aquí están, éstos son

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Foto: Pablo Frizan


Al viento del domingo nadie le avisó que no hacía falta su ayuda para soplar las 10 velitas de Fasinpat. O le avisaron y quiso estar igual. Como quisieron estar los 15 mil o 20 mil invitados que festejaron junto a los obreros y obreras una década de recuperación del trabajo. De ese que sí dignifica.

10 años de gestión sin patrón ni explotadores. De desparramar solidaridad e inspirar canciones. Como la de Arbolito que entre vientos y acordes, invita: si pasás por Neuquén no te olvides de irlos a conocer. Haceles caso.

El festejo del domingo 20 de noviembre fue de 7 recitales que, en realidad, fue uno solo. Largo. Los invitados que no se querían ir y las bandas que tampoco. Como Manu Chao y sus 7 despedidas. Aquí no pegamos los ojos, decía el audio que se repitió cada vez. Fue cierto.

La casa casi que les quedó chica pero nos acomodamos todos. Cuando el corazón es grande... dicen. Más de uno se habrá quedado esperando el incidente. Tomá: 20 mil pibes amontonados en un remolino de pogo y ni un mal momento. Y una se pregunta qué pasaría si los 24 de marzo nos dejaran cuidarnos solos, y demostrarle al Estado que ya estamos grandes. Que no necesitamos su niñera violenta.

Teníamos el permiso de nuestras Madres: diviértanse, nos dijeron Inés y Lolín, después de enseñarnos un poquito más. Como hacen siempre. Como hizo también Bárbara Brito, que cruzó la cordillera para recordarnos que si no vamos por todo, no conseguiremos nada. Gracias. Y a Raúl Godoy, Alejandro López, y todos y todas las que, vestidos de gafa demostraron, una vez más, que la cosa marcha bien.

Y que va a andar mejor, porque Zanón es cada vez más -si acaso es posible- del pueblo. Pueblo que ya no es el Neuquén que acompaña en las marchas, sino Argentina, Alemania, Francia, Italia, España, México y todos quienes en presencia real o simbólica adhirieron al festejo.

Igual esta es una crónica innecesaria. Ya se dijo todo lo que se podía decir y se sintió todo lo que no se podía explicar. Así que esta es y será sólo una tarjeta de salutación más.


Para Zanon, la Fábrica Sin Patrones: 


Que siga la lucha.

¡Y que cumplan muchos más!



Volver

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Volver. Cruzar los dedos para que pase a tiempo un colectivo. Subir a uno y cruzar los dedos otra vez, para encontrar un espacio entre la maraña de gente que la empresa monopólica arría hacia el centro.

Volver y que un hombre se muera porque un pedazo de barda se le derrumba sobre el cuerpo mientras duerme.

Volver y que llueva lo que no llovió en todo el año. Empaparse con las calles anegadas del centro y embarrarse hasta la rodilla en las del oeste, esas donde no llegaron los planes de asfalto de ningún intendente.

Volver a tus veredas sucias, a tus políticos descarados sonriendo en cada globa de la Avenida y a la corrupción de un Estado-partido que brota desde cada bocacalle.

Volver y encontrar a los policías de a pares, en todas las esquinas, escuchando los murmullos de vecinos que explican a quién y por qué vieron sospechoso en un tramo cualquiera de la mañana.

Volver, apenas poner un pie en el centro y escuchar redoblantes junto a una multitud de estatales que cortan una calle. Y los bocinazos de quienes desearían que esos estatales aceptaran sumisos la precariedad laboral que el gobierno les ofrece.

Volver a tus contrastes, a los edificios millonarios junto a las tomas urgentes. A la complejidad de tu rápido y tortuoso crecimiento. Volver a tus paredes reclamando justicia: cada vez con más nombres, cada vez con más fuerza.

Volver a los artesanos en la Avenida y a la economía social en la Vuelta de Obligado y 1° de Mayo. A encontrarse "en el monumento". Los pies en la escalera, la mirada al cielo y San Martín de testigo.

Volver, y no ver nada distinto. Volver y disentir con los hermanos Berbel. Pero, a pesar de todo, y por todo eso y más, volver a Neuquén.


Mugre

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Que hoy viene “el Jefe”, dicen. Que hace tanto que no viene por estos lados. Que se han puesto la mejor pilcha, que se han maquillado. Que se lamentan, porque el viento implacable en este barrio rural de Roca hace estragos en sus pelos sueltos y distorsiona todo su atuendo.

- Necesito hablar con Cesar, haceme de puente - dice una.
- Si, vos no te hagas problema - contesta la otra.

Miran al costado, detectan un anotador y, como quien no quiere la cosa, suplican: “esto no lo pongas en la nota”.

Son más de las dos de la tarde. La escena está perfectamente orquestada en Chacra Monte. Hoy es Chacra Monte pero podría ser cualquier otro lugar. Las filas de oficiales preparados para el acto protocolar, con abanderados, instrumentos y todo. La cinta celeste y blanca que, a su corte, coronará el acto para el cual nos convocaron. Y las otras filas. Las de “los vecinos que se acercaron”. Los vecinos que llegaron en los colectivos que preparó el equipo de la precandidata a intendente del partido.

A lo lejos están apostados los cuadros más jóvenes. Vienen con redoblantes que esperan la señal para comenzar a tocar. Un par de miradas, un movimiento de mano y entran como murga. Pero sin la alegría. Porque van guionados, son parte de esta coreografía política que alguien de más arriba ha organizado.

El Jefe llega, y viene seguido por su delfín. Besan un par de caras al tun tun. Entre ellas van esas caras maquilladas que se habían preparado especialmente para recibirlos. Una conversación rápida al oído y yastá.

- Listo, ya hablé - dice una, mientras otra se lamenta porque no pudo recibir el contacto esperado. Ya habrá oportunidad.

Pasa el discurso oficial y el gobernador insiste en expresar lo contento que está de volver a “Chacra de Monte”. Parece que, entre tanta algarabía, alguien olvidó avisarle que el barrio se llama distinto.

El destacamento policial de dos ambientes prefabricados que han venido a presentar queda oficialmente inaugurado entre aplausos. Nadan aquí otros delfines y las señoras dan órdenes a los muchachos de los redoblantes: Que hagan un poquito de bombo para éste. Que hagan ruido para aquél. Que no se queden dormidos.

Las autoridades llaman a “recorrer las instalaciones”. Se ingresa por su única puerta, se mira para aquí, se mira para allá. Listo. Los 83 m2 se recorren en dos vistazos. Adentro, hierve el caldero. Las vecinas rodean al delfín para sacarse fotos y pedir favores, que el candidato no duda en prometer. Un papelito del IPPV por acá, un secreto más al oído.

- Hablá con Fulana -
- Gracias, Cesar - se va la vecina agradecida.

No hay dudas de que el viento ha llenado de mugre la jornada. De esa que la naturaleza y las calles sin asfaltar levantan del suelo en un remolino de polvareda. De esa que deja el pelo duro y las orejas arenosas.

Y de esa otra, que se hace (mal) llamar política. De esa que ensucia la militancia y ha sabido conducir al fracaso los destinos de pueblos enteros.

Sabrá quién qué Dios los crió. Pero el viento, este 5 de agosto, los amontonó a todos.


El niño y los ladrillos

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Vamos a pensar que su nombre es Juan.

Juan despertó una mañana de mayo con una tarea pendiente. En Barrio Nuevo de General Roca la vida transcurre lenta y desconectada de los accidentes diarios y los transeúntes apurados del centro de la ciudad. En Barrio Nuevo tampoco hay de esas rotondas que pululan a rolete en el resto del mapa urbano. La mayoría de las calles son de tierra y en esta mañana descripta les ha tocado recibir cantidades de vecinos que cruzan de vereda en vereda buscando el pan para inaugurar el desayuno, o para remojar el tuco del almuerzo que servirá para aplacar el frío otoñal.

En este barrio está Juan comenzando su tarea. No hubo escuela para él, esto es otra cosa. O quizás concurra a la tarde. Sólo hay especulaciones en esta narración de observadora distante a quien la ¿suerte? y un motor recalentado obligaron a detener en este barrio populoso del noroeste de la ciudad.

Unas cuadras más allá Juan levanta dos, tres, hasta seis ladrillos. Su cuerpo es pequeño y su edad no debe superar los 9 años. Pero ha demostrado que con ellos puede, y debe. Son dos pisos de escaleras los que debe subir para ubicar los bloques anaranjados en la estructura en construcción que los precisa. Está solo, alguien le ha encomendado el trabajo para que esté listo a su llegada.

Juan, obediente, arranca con los primeros seis y sube, con prisa, los escalones. Está muy lejos de concluir. En el suelo todavía le aguarda una pila numerosa de ladrillos por levantar. La bajada también será rápida. Le urge terminar y volver al abrigo de quién sabe cuál de todas las casitas amontonadas en la cuadra barrial. Porque le ha tocado una jornada de viento, habitual y molesta en estos lados de la Patagonia, en esta época del calendario.

Juan toma con sus manos de niño unos seis ladrillos más y emprende una nueva subida. La vuelta será esta vez más penosa. Se nota en su andar acompasado. Sabe que la próxima será aún más difícil. Subirá una escalera y otras más, levantará el peso con el que apenas puede lidiar. Perderá un día más de escuela o una mañana más de jugar.

A Juan hoy le tocó esta tarea. No es de escuela, esto es otra cosa. La única matemática que tendrá que hacer es la de seleccionar cuántos bloques podrá levantar.. y, si ha tenido las clases suficientes, calcular cuántos restan para poder terminar.



Más información

Quinceañera

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Foto: http://ambushstudio.blogspot.com
A la quinceañera los zapatos le pesan. Son demasiado elevados. La quinceañera no sabe caminarlos. Le ha tocado asumir el personaje de "mujer" en este día de mayo que de otoño ya no tiene nada. Camina con pesar y con frío evitando el pasto húmedo que no pide permiso entre las veredas angostas del Parque Central

El viento azota firme, pero despacito, mientras la quinceañera trata de cubrir su torso demasiado expuesto con la suerte de capa que le han diseñado para la ocasión. El aire patagónico es frío y la quinceañera está demasiado cerca de las cascadas de agua de red que imitan el Mar Argentino en el centro de Neuquén.

La quinceañera usó zapatillas hasta los catorce. Y apenas 15 minutos antes de vestir con las galas propias de una fantasía de Disney o de la familia real que la obligaron a elevarse 13 centímetros sobre el nivel del suelo. La quinceañera usó zapatillas hasta los catorce y a los quince las seguirá usando. Y a los dieciséis. Y a los diecisiete. Lo de la quinceañera es una noche. Un disfraz de señora sofisticada con pestañas grandes, maquillaje para disimular las imperfecciones que a los catorce no existen. Y las cejas depiladas de golpe, porque hasta los catorce fueron naturales.

La quinceañera lleva detrás una comitiva de familiares ansiosos. Y un fotógrafo delante que la obliga a olvidar el frío y le indica poses de muñeca entre las sendas asfaltadas del paisaje obrado por la gestión municipal.

Y en la noche del sábado, los flashes pestañean. La quinceañera cruza una vereda y se encuentra con otra de igual especie. Sus miradas confunden inseguras crítica y empatía. No se deciden. Optan por esbozar la sonrisa que mantedrán toda la noche. Con suerte, sin ortodoncia.


Highway to hell

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...y la multitud que mira toda apretada
como corderos colgados
y yo pienso que si vamos a rebelarnos
¿Ahora?
Matemos al chofer
y a los milicos
que viajan sin pagar y ocupan los asientos
matemos al chofer
Y después vayamos por el dueño de la empresa
y colguémoslo también
como a Mussolini , ¡pero de las bolas!

Fragmento del poema Cómo te quiero Ko Ko
de Héctor Kalamicoy

Cuánta razón, Héctor. Cuánta razón cuando mirás para atrás y no hay nada. Los asientos ocupados. Y las miradas desconcertadas que piensan "¿pero no era que en la Terminal te venden hasta que se agotan los asientos?". Parece que hoy no. Cuánta razón, Hector, y miramos para el frente, buscamos al chofer y no hacemos nada. 

¿Cuándo vamos a rebelarnos? No será esta noche, para qué hacer quilombo. Si seguro que en la próxima parada se bajan un par y podemos sentarnos.

Cuánta razón tenías, Héctor, porque se subieron tres más. Y no se bajó nadie. Y los adolescentes sentados, con sus celulares escuchando música, reproduciendo videos y la señora con las bolsas repletas de pie, haciendo contorsiones en el pasillo estrecho, buscando sitio donde agarrarse. 

Cuánta razón, pensará la chica que desde el fondo del pasillo se abre paso a duras penas entre la gente, nerviosa, porque el colectivo está por arrancar de nuevo y va a perder su parada. Su valija golpea, se traba en los asientos, el pasillo aún no termina.

Cuánta razón, Héctor, porque el aire cada vez está más viciado, ya se mezclan los perfumes corporales, los ácaros amontonados en los asientos. Y pensás, cuánta razón, esta es la última vez. La próxima nos rebelamos.

Esa próxima que no llegará. Porque estás a pocos kilómetros de arribar a destino y se desocupó un asiento. Y no importa si el de al lado te ocupa la mitad, si vas enrollado como bicho bolita, si igual no tenés cinturón. Sentís que ese asiento te devuelve la dignidad que perdiste en dos tercios del viaje. Y te olvidás.

Cuánta razón tenés Héctor. Tanta razón que seguro este post podría abarcar más caracteres. Pero se hace tarde y tengo un colectivo que tomar. Debo darme prisa, no vaya a ser cosa que llegue sobre la hora y después tenga que viajar parada.


De blogs y tiranías digitales

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Se sentía hace bastante. La expectativa era latente en las caras de ansiedad, y la actividad desmesurada de Twitter. Los organizadores bombardearon –sin la violencia de Gadaffi o las Naciones Unidas- todas las esferas mediáticas para anunciar lo que sería un evento imperdible. Coherente con la propuesta, el Roca Blog Day se apropió de lo transmedia para acaparar la atención de la tv, la radio, Internet y hasta la “prehistórica” interacción cara a cara. Porque los avatares cambiaron los arrobas por nombres reales. Y las fotos de perfil por cuerpos de carne y hueso.

El auditorio del diario Río Negro estaba frío para evitar bostezos. No es que las presentaciones resultaran aburridas. La jornada fue larga y tras un almuerzo llenador –el cual de seguro agradecieron los gastronómicos de la zona- fue difícil no pensar en una siesta reparadora al abrigo de las luces tenues y los sillones mullidos que la decoración del evento había preparado.

Los estudiantes copamos la sala desde temprano. Los viejos y los nuevos. Es que la máquina de construir periodistas y bloggeros que lidera el triunvirato Rost-Bergero-Solaro es incansable. Como se dijo ayer: bloggeros nos hacen, nos obligan, sí. Y lo bien que hacen.

Claro que también estuvieron los “extranjeros”. Profesionales que llegaron desde distintos puntos del país y, cual viaje de estudios, no se conformaron con dar el presente en la tercera edición del encuentro roquense. Aprovecharon todo minuto libre para recorrer y sacar fotos a cuanto atardecer o rincón vistoso encontraran en la city manzanera.

Y los neuquinos, los locales, los colegas que se encontraron y no abandonaron conversaciones políticas o periodísticas ni en la pausa para la ensalada o la pizza suculenta.

- ¿Están preparando su Proyecto Walsh? - un periodista pregunta, atento a una charla.
- (Risas) Algo así - contestan las estudiantes/periodistas/bloggeras que acompañaron la comida con los anotadores listos y las lapiceras filosas. Imposible salir de ese auditorio sin ganas de perseguir autos como un perro.

Hubo conferencias, charlas, debate. Hubo cabecitas concentradas en las pantallas portátiles que sirvieron para mantener al tanto a quienes no pudieron estar. Hubo risas, prezis, power points y algunos que otros términos difíciles que pasmaron a más de uno.

El final se los debo. La tiranía del papel obligó a bajar un piso rápidamente para escribir la nota que sería impresa minutos después. El lugar guardado era pequeño y una publicidad enorme (e intocable) obligó a escribir unas líneas escuetas.

Menos mal que existe el blog. Con su libertad narrativa, su ausencia de intermediarios y sus caracteres infinitos. He aquí otro desquite sin presión, sin obligaciones, ni prioridades comerciales. Pero con las ganas renovadas y la pasión intacta.

Sitio oficial
http://www.rocablogday.com.ar

Fotos del evento
Sitio oficial
Diario Río Negro



Portación de cara

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Los detuvieron por portación de cara. Así, sencillito. No tienen documentos y no son de acá. Punto. Adentro.

Una mañana de lunes cualquiera a un comerciante se le ocurre que dos sujetos transitando en moto la calle Tucumán se ven "sospechosos". Claro que sí. Su moto es vieja, su cutis oscuro, su mirada esquiva, su ropa de unas cuantas temporadas atrás. Cómo no se van a ver sospechosos si hasta uno lleva el pelo largo, recogido sin ganas en una cola. ¡Atención, oficial! Marque 101.

Los oficiales de la Tercera llegan rápido. Los sospechosos no ofrecen resistencia. Son dos hombres jóvenes que parecen no entender muy bien la situación. La requisa se convierte en espectáculo para los transeúntes, para las Doñas Rosas, para los periodistas que esperan ansiosos llenar el hueco que una jornada tranquila dejó en la sección Policiales.

- ¿Qué pasó?
- Una averiguación de antecedentes
- ¿Por qué?
- Los vieron sospechosos
- ...
- Un comerciante los vio sospechosos y llamó al 101. No tienen documentos y no son de acá.
- ¿Y ellos qué dijeron, de dónde son?
- Que son tucumanos, que vienen temporariamente. Eso se va a averiguar después

Los oficiales terminan su trámite. A esta altura ya se sumó la camioneta del Municipio que se lleva secuestrada la moto, que tampoco tenía documento. El uniformado saca pecho y se dirige a los sospechosos:

- Nos van a tener que acompañar

Adentro. Los hombres suben a la camioneta que los trasladará a la comisaría que tenga lugar. El espectáculo se va disipando, aunque todavía quedan algunos curiosos. Y queda una Doña Rosa.

- ¿Qué pasó, oficial?
- No tienen documentos y no son de acá. Así que los llevamos a la comisaría.
- Me parece muy bien...

Doña Rosa es contundente. Se aleja llena de orgullo por las calles de la ciudad de nombre genocida. Se siente tranquila y feliz con su policía arbitraria y sus vecinos discriminatorios velando por su seguridad. Porque sabe que ese argumento no es igual para cualquiera. Sabe que si acaso un hijo, una nieta, demorara en hacer el trámite o perdiera su identificación nadie lo detendría en la calle, nadie lo tomaría por sospechoso. Claro que no. Hace falta más que olvidar un papel en casa para caber en el estigma de una sociedad cuasi fascista.


Postal electoral

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Domingo. General Roca. La ciudad duerme, la ciudad se despereza. La ciudad sale a último momento, a probar suerte para buscar la comida del mediodía. Claro que la ciudad también son los pocos que les tocó trabajar. Los canillitas apostados en las esquinas, los trabajadores "en acción" recolectando papeles y papelitos desperdigados por el piso. Papelitos, algunos, de color rojo, de insignias radicales.

Es que un par de cuadras hoy se levantaron temprano para meter voto en urna y decidir -junto al resto de las ciudades rionegrinas- la suerte de los tres pre candidatos a gobernador por la Unión Cívica Radical. Y entre Italia y Belgrano, las calles de los generales Villegas y San Martín son el punto de encuentro.

Han preparado un par de pistas en el lugar, en caso de que algún despistado tuviera problemas en encontrar las dos escuelas que esta mañana se convirtieron en festín democrático. Como quien no quiere la cosa han dejado caer decenas de papelitos con la cara del pre candidato Barbeito y una leyenda que reza "Conectados con el delito". Y como quien no quiere la cosa, también, han pegado en las columnas que guían al colegio las figurillas con el nombre del postulante Mendioroz. Para señalizar el camino.

- Y el taxi nuestro, ¿dónde está? - pregunta una mujer. Va acompañada de otra y lleva un niño en brazos. Miran, buscan y encuentran. Su "taxi" es uno de los muchos que en la mañana de hoy se encargaron de "arrimar" votantes. Al igual que los colegios, también estos remises ad hoc están señalizados. Los hay con una "C", con un círculo verde chillón y con cuadrados amarillos. Todas pegatinas que se lucen en los vidrios de estos autos y trafics viejos y desvencijados.

Están casi todos rodeando las cuadras que rondan la Escuela 42, donde votan los ciudadanos independientes. Allí se apiñan para votar familias enteras. En las esquinas esperan los jóvenes con planillas que buscan el resultado provisorio. Del otro lado de la cuadra, en el CEM 1, se concentran los afiliados al partido. Ahí están los verdaderos preocupados. Y ahí está también el gobernador Saiz, con su atuendo dominguero de elegante sport: zapatillas deportivas, blue jean, buzo de capucha y lentes de sol. Y la prensa -a quien también le tocó trabajar este domingo- amontonada alrededor del funcionario, buscando la declaración del día. Habla, agradece y se retira.

Mientras tanto, los choferes siguen trabajando. Ya se aleja un coche blanco con su gran "C" hacia el este. Va presuroso, con la tapa del baúl ondulando en el viento. Volverá con más votantes. A la democracia le urgen sus servicios.


Publicado en rionegro.com.ar

Memoria activa

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Dos niños caminan una vereda neuquina. Empujan a su paso una pelota mientras esquivan a los adultos que salieron a espabilarse con el frescor de las 20. El más pequeño comienza a entonar.

- Se vieeene el bigota... ¿Vos quién querés que gane?
- No se... que se yo
- Bueno pero, ¿qué propaganda te gustó más?
- Ah sí, el otro día vi una... un bigote que bailaba o volaba
- Sí, está buena... igual, ¿vos sabés quien la hace? El que mató al profesor...

Unas cuadras más al este, las guitarras empiezan a sonar. Rasgan con memoria la impunidad de la noche. Levantan una bandera: dicen Sobisch Nunca Más.

Foto: http://guillermoberto.wordpress.com