Mugre

Esto es: , , , ,

Que hoy viene “el Jefe”, dicen. Que hace tanto que no viene por estos lados. Que se han puesto la mejor pilcha, que se han maquillado. Que se lamentan, porque el viento implacable en este barrio rural de Roca hace estragos en sus pelos sueltos y distorsiona todo su atuendo.

- Necesito hablar con Cesar, haceme de puente - dice una.
- Si, vos no te hagas problema - contesta la otra.

Miran al costado, detectan un anotador y, como quien no quiere la cosa, suplican: “esto no lo pongas en la nota”.

Son más de las dos de la tarde. La escena está perfectamente orquestada en Chacra Monte. Hoy es Chacra Monte pero podría ser cualquier otro lugar. Las filas de oficiales preparados para el acto protocolar, con abanderados, instrumentos y todo. La cinta celeste y blanca que, a su corte, coronará el acto para el cual nos convocaron. Y las otras filas. Las de “los vecinos que se acercaron”. Los vecinos que llegaron en los colectivos que preparó el equipo de la precandidata a intendente del partido.

A lo lejos están apostados los cuadros más jóvenes. Vienen con redoblantes que esperan la señal para comenzar a tocar. Un par de miradas, un movimiento de mano y entran como murga. Pero sin la alegría. Porque van guionados, son parte de esta coreografía política que alguien de más arriba ha organizado.

El Jefe llega, y viene seguido por su delfín. Besan un par de caras al tun tun. Entre ellas van esas caras maquilladas que se habían preparado especialmente para recibirlos. Una conversación rápida al oído y yastá.

- Listo, ya hablé - dice una, mientras otra se lamenta porque no pudo recibir el contacto esperado. Ya habrá oportunidad.

Pasa el discurso oficial y el gobernador insiste en expresar lo contento que está de volver a “Chacra de Monte”. Parece que, entre tanta algarabía, alguien olvidó avisarle que el barrio se llama distinto.

El destacamento policial de dos ambientes prefabricados que han venido a presentar queda oficialmente inaugurado entre aplausos. Nadan aquí otros delfines y las señoras dan órdenes a los muchachos de los redoblantes: Que hagan un poquito de bombo para éste. Que hagan ruido para aquél. Que no se queden dormidos.

Las autoridades llaman a “recorrer las instalaciones”. Se ingresa por su única puerta, se mira para aquí, se mira para allá. Listo. Los 83 m2 se recorren en dos vistazos. Adentro, hierve el caldero. Las vecinas rodean al delfín para sacarse fotos y pedir favores, que el candidato no duda en prometer. Un papelito del IPPV por acá, un secreto más al oído.

- Hablá con Fulana -
- Gracias, Cesar - se va la vecina agradecida.

No hay dudas de que el viento ha llenado de mugre la jornada. De esa que la naturaleza y las calles sin asfaltar levantan del suelo en un remolino de polvareda. De esa que deja el pelo duro y las orejas arenosas.

Y de esa otra, que se hace (mal) llamar política. De esa que ensucia la militancia y ha sabido conducir al fracaso los destinos de pueblos enteros.

Sabrá quién qué Dios los crió. Pero el viento, este 5 de agosto, los amontonó a todos.


Comments (2)

Pensé que era el guión de un capítulo de la serie "El puntero"... No, ¿no? Ja. Qué asco.
Muy buena la crónica, che!

Gracias Sole! Y sí, cualquier similitud con la ficción es mera coincidencia ja! Saludos..

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