El virus de la temporada

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¡Cuidado que anda un nuevo virus dando vueltas! Esta temporada no se trata del H1N1. No. Ya nos olvidamos de ese. Sin embargo, el de ahora es de características similares: altamente contagioso, se propaga a través de los medios de comunicación, produce obnubilación temporal y es sostenido por un gran negocio.

Probablemente si es usted lo suficientmente avispado o avispada ya se habrá dado cuenta de lo que estoy hablando. Sí, señoras y señores. Se trata de la gripe patriótica. Así como hubo fiebre amarilla, hoy la hay albiceleste.

La cuestión es que esta epidemia de patriotismo tiene causas múltiples: por un lado, el Bicentenario de la Revolución de Mayo; por el otro, el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010. Por ende, no se sabe aún si el pico máximo de contagios habrá pasado tras la fecha patria o si, por el contrario, tendremos que prepararnos para una ola aún peor.

Por el momento las cosas se están mezclando y el negocio de banderas, banderines, camisetas, escarapelas, pinturitas y todo tipo de merchandising blanco y celeste lo está aprovechando. Hoy todos juegan a ser French y Beruti mientras la "Patria" pide a gritos a quienes vivan por ella que le devuelvan las tierras, el agua y los recursos que hoy son propiedad, no de un rey español, sino de las multinacionales.

De la gente que anda a la mañana

Esto es:

Son ciudades diferentes. La que se levanta temprano, con el despuntar del sol, y la otra, la que sale distendida con las sombras que ya se recortan largas en las veredas urbanas. Esta vez toca hablar de la primera. De la gente que transita las calles a altas horas de la madrugada o, lo que es lo mismo, tempranas horas de la mañana.

Los hay que van a trabajar, apurados, con maletines, bolsos o carteras grandes, de color negro discreto y zapatos lustrados. Recorriendo bancos, llenando oficinas, dándose importancia mientras dejan al pasar una moneda o dos al “che pibe” que les fregó los vidrios sucios. Andan los policías, paseando esquinas, sacando pecho o metiendo panza, incómoda bajo el traje de hace ya bastante tiempo.

Y también los hay que van al médico. Éstos son fáciles de reconocer porque van con menos pinta, con la bolsita en la mano que delata una carpeta con estudios, una radiografía de quién sabe que parte del cuerpo. Y también porque son casi siempre mayores, caminan despacito y escapan de la vorágine de las calles troncales para ir a parar a otros lugares. Allí donde está el médico.

Será que llama la atención porque circula un aire diferente, que anuncia que a la mañana pasan las cosas importantes. Porque lo importante aquí son las cuestiones políticas, las cuestiones administrativas, el horario de banco, esa gente de saco y corbata y, con suerte, tacones altos.

Muy seguido en mi ciudad -y por suerte- pasa esa “otra gente”, la que trata de hacerle un poquito de fuerza a la anterior. La que también tiene cosas importantes para decir y hacer, y que es la que se planta en medio de una avenida. Y ahí es cuando empiezan los bocinazos. Bocinazos de gente apurada, desfile de modelos y carrocerías. Ahí van las patentes C, D, E, F... Las callecitas ignoradas día a día por los automovilistas de repente se encuentran despuntando popularidad cuando se cambia obligadamente el recorrido. Pero en los autos igual reniegan, piden sentencia de muerte y se llenan la boca de improperios fáciles.

Será hasta que, al fin, lleguen a destino y en alguna cola del banco puedan compartir su indignación con algún otro cansado. O se esperará hasta que caiga el mediodía. Hasta que la administración diga "hasta mañana" y la gente que sale a la mañana pueda volver a casa, a compartir un almuerzo, aflojar la corbata o arrojar los tacos. Habrá quien no tenga tanto alivio al llegar a casa
- Viste, yo te dije: ¡es suficiente que vayas al médico para que te encuentren algo! – y cuente el diagnóstico que develó la carpetita de estudios.

Autointroducción necesaria a la blogósfera

Esto es: , ,


He aquí un blog más. Otra bitácora ocupando espacio en el infinito mundo de la web. Porque claro, como no era suficiente con administrar un correo electrónico, una cuenta en Facebook, una cuenta en Twitter… ¡ahora se suma a ellos una cuenta en Blogger! ¿Qué pasó con el papel? ¿A dónde fue a parar la tangibilidad de un abrazo, la mirada atenta a la ciudad que se mueve y respira al ritmo ajetreado del quehacer cotidiano? ¿Qué pasó que hoy mi mayor contacto al navegar dentro de esta “gran comunidad virtual” es con el teclado y la silla que me sostiene?

¿Para qué creo este blog? Bien, todo lo que verán aquí publicado nace como parte de un proyecto de la cátedra de Periodismo Digital de la carrera de Comunicación Social de mi facultad. Y no reniego de ello. Será éste mi intento de combinar lo mejor de cada mundo: la calle y la web.

Mi blog desarrollará pequeñas aguafuertes
– tomando el término de su creador, Roberto Arlt – que ilustren situaciones cotidianas de las ciudades de la región. Trataré de que el contenido exprese problemáticas sociales, políticas, económicas pero también postales de extravagancia, radiografía de personajes y situaciones irrisorias.

Así que hoy inauguro este blog, con la esperanza de contar buenas historias y liberándome de mis prejuicios sobre la Web 2.0.


Eso sí: si alguna vez me encuentran totalmente perdida dentro de una pantalla, las manos ágiles danzando sobre el teclado sobre trescientas actualizaciones saturando Twitter, quinientos blogs recomendados o si simplemente dejo de mirarlos o mirarlas a la cara para reemplazarlos por un perfil virtual en una red social… Bueno, ese día dejen de seguir este blog. Porque si ese día llega es porque he guardado la silla. Porque las mejores cosas pasan afuera, y es mi objetivo salir a encontrarlas.